TURBO

Érase una vez una palabra mágica que daba prestigio a todo aquel que la llevara cromada en su trasero: Turbo.
La turbocompresión era una técnica ideal para la primera crisis del petróleo en los años 70 (de la cual, por cierto, no hemos aprendido nada). ¿Cómo sacar la mayor potencia de motores más pequeños y de consumo menor? Los primeros que lo vieron claro, comercialmente hablando, fueron los Suecos; pero antes del Saab turbo del 77 otras marcas habían aplicado la compresión a sus modelos más representativos para intentar congeniar la sed de potencia con la falta de fuel…y de espacio, porque con menos cubicaje obtenían respuestas maravillosas.
El 20 de Junio de 1975 cumplí la edad legal para conducir y, como era lógico, mi padre se presentó en la puerta del internado suizo con el juguete que veis fotografiado en el pabellón rojo de cierto salón de automóviles clásicos. Había recorrido los 445 Km. que separan Stuttgart y Lugano en 3 horas y media, parando en Vaduz a comprar chocolates. Aquella tarde de Géminis decadente abrió la caja de bombones sobre la bandeja de té que sirve de alerón al 930 Turbo de Porsche y brindamos con Champagne a la memoria de Alfred J. Büchi, aquel ingeniero, suizo tambien, que inventó el turbo en 1905.

¡ Camión !

180 cv…24 válvulas: cifras y tecnología del futuro en 1928; cuando la Bentley colocó esta carrocería de carreras (tan pesada que le llamaban camión, en su época) en un chasis "six speed". Sus características eran tan espectaculares que dejaban boquiabierto al pijerío mayor del reino (unido, of course). Los clientes de la Rolls compraban esto para…¿Jugar a bólidos?
De nuevo mi abuelo (¡personaje!) se encaprichó de la máquina y la compró para, acto seguido, abandonarla en una gran nave de su propiedad en Gibraltar. Allí permaneció 75 años, hasta que un buen día del otoño de 2004 la rescaté para restaurarla y devolverle su prestancia. Ahora, flamante, posa en el mismo lugar donde fue descubierta, para viajar, emulando a Peter Fonda, Buscando su destino…a Sotheby´s, claro.

Los Herederos

Tiene los "genes" del 300 SLR de los 50, pero los ingenieros de McLaren, sin problemas éticos, han manipulado la herencia para corregir los defectos que tenía el Gullwings: Su tremenda tendencia al viraje, debido al eje rígido oscilante de la suspensión trasera, ya no existe; entre otras cosas gracias a los sofisticados algoritmos electrónicos. Sus prestaciones de vértigo disponen de frenos de cerámica para compensar y, aunque las reparaciones siguen siendo costosas, ya no lo son tanto debido a que aquel complejo chasis multitubular ha sido sustituido por un práctico bastidor de fibra de vidrio.
Mi hijo, que tuvo la suerte de conocer a su bisabuelo, también heredó de él ( además de muchísimo dinero) la pasión por los coches anti-choferes; aunque te pudieses permitir la plantilla entera de UPS para ser llevado…Por ejemplo a ese ático, que si la vista no me engaña (y las grúas tampoco) es Madrid: la casa de mi ex; quien se hizo construir ese absurdo elevador desde el garaje para asegurarse la continuidad entre la coqueta y el espejo retrovisor, y así poder seguir maquillándose.

El pequeño Rolls

El pequeño Rolls, como era conocido este "Twenty coupe", era el equivalente a los modernos convertibles de capotas escamoteables, perfectamente adaptados para uso cubierto o descapotable. Evidentemente, la capota no era metálica ni automática, pero su calidad y capacidad de adaptación resultaría excelente aún hoy en día. Los clientes de la marca compraban este modelo, allá por 1923, para uso propio, y no de sus choferes como era habitual.
Un buen día, revolviendo viejas fotos en el desván de la casa de Palm Spring ( ¡la del porche acristalado! ), encontré al "Rollscito" inmortalizado hacia 1927 aproximadamente. De lo que no estoy seguro es de la ubicación. Existen dos posibilidades: La villa de Hollywood ( donde únicamente podrían ser tan horteras imitando la Alambra) que alquiló mi abuelo ese año, para estar cerca de su adorada Mary Pickford en la primera entrega de los Oscar…o la propia Alambra, que por aquél entonces no solo no necesitaba cita previa para ser visitada sino que podía acojer certámenes de elegancia automovilística. El "baby" quedo segundo, por cierto.

FORD T

Ford Modelo T. Fechado, aproximadamente, en 1912. Los pasajeros tenían que "saltar" literalmente al interior del coche, porque aún no disponían de puertas laterales. Es probable que fuese ensamblado por su propietario original, ya que se vendía el "Kit" para montarlo en casa (en plan IKEA). Aquí lo tenemos en el porche acristalado de mi casa en Palm Spring.