Der Wagen der senhsüchtigen Enkelkinder des Volkes
Beetle es, simplemente su apodo, pero nunca estuvo estampado en su carrocería oficialmente. De él poco podemos decir sin deshacernos en tópicos edulcorados, aunque la realidad sea contundente: 60 años de vida, decenas de millones producidos, y este desgraciado ataque de nostalgia que le sirve de epílogo. La nostalgia no suele ser buena, pero a veces es peor: como si un limpiador celoso quitara, con algodón mágico, la patina de latón a un reloj de mesa versallesco.
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